A pesar de que siempre luchamos por conseguir el amor, hay relaciones en las que una vez dentro se entra en una espiral de violencia-cariño que solo consigue desgastarnos con el tiempo.
Hay ocasiones en las que descubrimos parejas que después de muchos años juntos siguen con esta idea de aplicar violencia en la relación, sin que podamos comprender cómo pueden seguir con la relación y, es más, decir que se quieren. El amor en este caso es confuso y difícil de entender cuando no estamos dentro de algo así.
Curiosamente es en estos noviazgos donde se da un amor más devoto, rozando lo enfermizo. Cuando estamos con alguien asumimos que es porque le queremos, encontrándonos de repente que esa persona está yendo en contra de lo que entendemos por estar en una relación. En ese momento necesitamos justificar esta violencia con un amor extremo, dándonos un sentido de porqué seguimos juntos. Tenemos que tener en cuenta que aunque se ame de verdad es un amor sobrecargado, entrando en un balance donde si la violencia es excesiva se pasa al odio y si es muy poca discutiremos con la otra persona. Es este punto intermedio donde se dan las relaciones más peligrosas.
Evitarlo requiere una gran fuerza de voluntad para comprender que no se debe permitir ni una sola muestra de violencia. Si desde el principio cortamos cualquier atisbo de ella conseguiremos que se comprenda que no se puede estaren una relación de este estilo. No hay que perdonar nada, ni justificar ningún tipo de acción. Es un proceso que se asienta con el tiempo y si ocurre tendremos que plantearnos dejar la relación. Este tipo de violencia va en el interior del que la ejerce, siendo un proceso largo y muy personal en el que o nos deja ayudarle o tendrá que hacerlo por su cuenta.